Millennium 4: Lo que no te mata te hace más fuerte. David Lagercrantz.

Esta fue el primer comentario sobre un libro de mis lecturas personales que hice hace más de un año. No se trata de una reseña donde exponga la trama de un libro, más bien lo tomo y hago pedazos con furia. 

El texto que sigue a continuación tiene algunos comentarios que podrían ser considerados spoiler por los más sensibles. Yo mantengo fiel mi postura de que en realidad, salvo casos puntuales, importa el cómo y no el qué. Ya está advertido. Si usted es de los que sienten alergia a los spoiler y aun no lee este libro mejor deténgase ahora y no lea ni comente.

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David Lagercrantz fue el hombre elegido por el padre de Stieg Larsson y su hermano para continuar con la exitosa saga del autor. Saga que, por cierto, no alcanzó a ver publicada ni a conocer de su éxito, pues días después de haber dejado su manuscrito en la editorial, falleció producto de un paro cardíaco.

De su trabajo como autor en Suecia, antes de tomar la misión de revivir a Lisbeth y a Mikael Blomkvist, nada conozco. De hecho, en español es muy poco lo que se sabe de él, quizás por la distancia geográfica e idiomática. Según entiendo, David Lagercrantz proviene de una familia que forma parte de la nobleza sueca y que, en vagos sitios lo vinculan con partidos de ultraderecha, aunque en otros también dicen que es de izquierda. Y quizás no sea ni chicha ni limoná, como solemos decir por acá.

Desde que supe que se trabajaba en una cuarta entrega para la saga de Millennium, me entusiasmé por ella. En parte por el puro fetiche de revivir en mi mente a los personajes de Larsson que tanto me cautivaron, como cuando algunos cinéfilos esperan con ansias ver el trabajo de un director de cine que hace un remake de una gran película antigua, o saca una secuela. Así mismo estaba yo, quería saber cómo era la pluma del autor y cómo serían las nuevas aventuras a las que serían sometidos los personajes. Era plenamente consciente que se trataba de otro autor, que Larsson estaba bien muerto y que no podía esperar que todo se mantuviera igual. Al final, cada autor tiene su propio estilo, su propia pluma. 

Fue así como el 27 de agosto de 2015 me apresuré en ir a las librerías del Costanera Center y obtener un ejemplar. Cuando lo compré, era feliz, tan feliz como cada vez que compro un libro, pero no podía dejar de pensar en Eva Gabrielsson, sus 30 años con Stieg y la disputa con los familiares por los derechos, y me dolía un poco haber caído en el juego del marketing que inventaron el padre y el hermano de Larsson para mantener vivo el legado del autor, o más bien, llenarse los bolsillos de plata. Fui débil y mi curiosidad ganó.

En 2 interrumpidas semanas me leí las 650 páginas de Lo que no te mata te hace más fuerte y esta es mi opinión:

Cuando un libro me atrapa no hay quien me detenga y las palabras no pasan lo suficientemente rápido frente a mis ojos, mientras ansío saber qué pasa, qué vendrá y si me sorprenderá. Así fue al principio. Estaba completamente intrigada y al menos, las primeras 40 páginas eran como si el narrador de Larsson -y ¿por qué no? el propio Larsson- me contara a mí y solo a mí la historia. 

Frans Blender parecía tener algo muy muy grande entre manos y el hecho que apareciera en escena, su pequeño hijo autista, August, daba los toques suficientes de intriga para mantenerse enganchado a la historia. Pero todo se fue diluyendo. Fui pasando los capítulos y para su desgracia David Lagercrantz, no logra mantener la intriga de un capítulo a otro. Cuando al fín lograba tenerte con el corazón agitado, el último párrafo de cada capítulo no dejaba lugar a especulaciones, te arrancaba el sabor de una deducción y te adelantaba lo que ocurriría en los próximos capítulos. Y ojo, no se trata de una alergia al spoiler, sino a que ese suspenso característico de la obra de Larsson, la angustia de saber que ocurría con los personajes y ver volar las páginas, se perdió. Ya sabías que el personaje lograría su cometido y la forma en que narraba ese párrafo, no dejaba mucho lugar a la imaginación. 

Y luego llegó Mikael y la revista. De nuevo una revista en riesgo económico intentando ser devorada por la industria, de nuevo un Mikael cuestionado: acusado de estar pasado de moda, que no participaba de las redes sociales, uno cuyo periodismo no encajaba con el mundo actual. Como si el periodismo investigativo estuviera muerto, una crítica quizás a la situación actual. Y en parte lo es, porque los medios prefieren irse a la segura comentando las últimas tendencias en las redes sociales que dedicar recursos y tiempo a una investigación de mayor complejidad. Pero este Mikael, también, es menos pasional y arrojado dentro de sus márgenes, siendo que dentro del mundo de Millenium, no ha pasado mucho desde su última gran aventura, así que no podemos justificar su falta de pasión a que es más viejo. Cierto es que se encuentra desmotivado con su labor periodística pero, tampoco se describen sus acciones con la garra con la que se describían, eso que hacía que pudieras sentir cada una de las angustias de Mikeal, de sus aprehensiones. Eso ya no está, y es porque mucho de Mikael era también Stieg Larsson.

Y luego aparece Lisbeth, nuestra Lisbeth. Actuando casi a tontas y a locas, expresándose mucho más que lo normal. En esta oportunidad hasta un discurso - consejo se pega, algo que la verdadera Lisbeth, la de Larsson, no habría hecho. Ella solo ejecuta, no da explicaciones, es raro verla psicoanalizada en su propio discurso. Por otra parte, Lagercrantz volvió sus habilidades de hacker como si fuera la única que poseyera y la explotó en el libro, dejando casi de forma anecdótica su memoria fotográfica y su reacciones extremadamente violentas a las injusticias o al maltrato hacia las mujeres y niños. De hecho, pareciera que para que no nos olvidaramos de eso, se repite en varias partes la expresión "la mujer que odia a los hombres que odian a las mujeres". Pero la trama está lejos de eso. A diferencia de la trilogía de Larsson, feminista nato, en esta obra el maltrato a las mujeres está incorporado casi por compromiso, sin ensuciarse mucho las manos. Más bien, es usado para recordarnos que esas son las causas que defiende Lisbeth pero, Lagercrantz, intentando dar giros inesperados, la destruye. Y si, siempre hay un móvil para todas sus acciones, pero esta vez, el foco se perdió y se fue por el camino fácil, valiéndose de un tópico repetido y gastado para hacer giros dramáticos: la melliza malvada. Podía suponerse que Larsson en algún momento volvería a Camilla como personaje, pero Lagercrantz lo arruinó todo usando 2 tópicos demasiado repetidos en la literatura y en la TV que ya apestan: la femme fatale y hermana malvada, características de esta Camilla. Una mujer extremadamente hermosa y delicada, pero fría, calculadora y manipuladora. Ella es en esta ocasión la gran villana de obra, villana que logra escapar dejando claro que esta no será la primera y última historia de la Lisbeth de Lagercrantz e instalando como trasfondo la venganza. Pero esta venganza es explicada casi con peras y manzanas, tratándose de pura venganza y traumas de la infancia, cosa que, desde mi punto de vista, no era necesario ni explicar ni profundizar. Tras todo lo sucedido en los libros anteriores, quedaba claro que sus vivencias la volvían en un personaje trastornado, por lo que todo ese psiconálisis del narrador es innecesario.

Y así podría seguir nombrando un montón de defectos de la novela, como la fugaz aparición de personajes como Hans Faste, cuyo rol es importante pero que el autor no profundiza y el desabrido final en donde todos son felices comiendo perdices (basta ver como se le quita la solemnidad al personaje de Bublanski). La historia te atrapa y sus intrigas con la NSA, valiéndose de temas que fueron puestos en la palestra por Assange y Snowden, te mantienen siempre atenta. Quizás hubiese sido mejor que Lagercrantz contara esta misma historia, pero con otros nombres, sin embargo, aquí está, arruinando el nombre y el legado de su verdadero autor, gracias a la codicia del padre y hermano.  

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