Las Flechas de la Reina. Mercedes Lackey

La Feria Internacional del Libro de Santiago del año pasado fue para mi todo un evento. Participé en ella tanto como público como ayudante en un taller. Además, encontré muchos libros que han entretenido mis días, sobre todo esta trilogía que estaba a un precio muy conveniente. Se trata de la trilogía Los Heraldos de la Reina, de Mercedes Lackey, cuya primera parte, Las Flechas de la Reina, fue publicada originalmente en 1987, para luego ser traducida por La Factoría de Ideas en 2006. 

Las Flechas de la Reina es también la primera novela ambientada en Valdemar, un mundo lleno de magia y personajes más que entrañables. Lamentablemente para mi (que no leo en inglés) solo se encuentran traducidas al español los libros que componen esta trilogía y que no es más que la introducción a todo un mundo y a una tremenda historia. 

Reseña

Talia acababa de cumplir 13 años y vivía en una zona fronteriza compuesta de feudos. Los feudatarios, como se les llamaba a las personas de aquella zona, eran familias extremadamente conservadoras. Se caracterizaban por tener un control absoluto de sus emociones, desconfiar de todos y venerar a la Diosa con mucha devoción. Sus costumbres iban de acuerdo a sus propias creencias: vestían colores oscuros, nada llamativos; los hombres eran amos y señores, violentos, maltratadores y podían tener muchas esposas. Las esposas no tenían ningún dominio sobre si mismas, quizás un poco la llamada "primera esposa" quien por ser la primera, debía hacer frente a distintas situaciones hasta que su marido lograba asentarse con un buen terreno y una buena casa; eran las que ponían orden en el hogar, las que lideraban a las demás esposas y marcaban la pauta. Pero más allá de eso, no tenían muchas opciones. Normalmente eran abusadas en todos los sentidos y sin posibilidades de elegir siquiera a su propio esposo. Eran como fichas de cambio. Las esposas y las niñas se repartían las diferentes labores, como bordar, zurcir, cocinar, limpiar y criar a los niños. Además, no tenían permitido los estudios, con suerte la aritmética básica para no ser engañadas por los vendedores; pero lectura, jamás.

Que Talia tuviese un libro en las manos, resultaba insólito. Pero contra todo pronóstico, tras muchos tira y afloja con su familia, había logrado aprender a leer y en algunas ocasiones, mientras cumpliera con todos sus deberes asignados, podía echarle mano algún libro. La niña disfrutaba de las leyendas y aventuras sobre Los Heraldos, nobles hombres y mujeres que servían al reino impartiendo justicia, llevando la paz y cuidando a cada habitante; eran un ejemplo a seguir y contaban con un aliado que los hacía aun más especiales: los Compañeros. Eran similares a un caballo, pero mucho más majestuosos, su pelaje era de un blanco resplandeciente y sus ojos azules, de una gran resistencia, tan inteligentes como cualquier humano y un poder único. Allí entre labor y labor, Talia soñaba con los Heraldos y sus Compañeros. Sin embargo, la primera esposa de su padre, Keldar, la llamó el día que cumplió trece años con seriedad. Mentalmente repasó todas las cosas que había hecho en el último tiempo, asumiendo que se trataba de algún terrible castigo por alguna falta del pasado. Había sufrido incontables golpes, confinamiento, se había quedado sin comida, todo por su torpeza y rebeldía. Esta vez era peor: estaba en edad para casarse. 

Ni en sus peores pesadillas había dado cabida a esa posibilidad, aunque sabía de antemano que estaba destinada eso. Pero verse así, dándole a elegir si deseaba ser la primera esposa de un completo desconocido, o la segunda esposa de un viejo repugnante, quedó en shock. Su otra posibilidad, era entrar al claustro a servir a la Diosa, pero eso era aun peor, no volvería nunca más a salir de allí y rezaría todo el día, entregada en cuerpo y alma al servicio religioso. En el fondo de su corazón, Talia quería ser una mujer heraldo y sin tener casi control de si misma, externaliza ese deseo, dejando en caos su hogar. Aprovechando el caos que genera su declaración entre las esposas de su padre, Talia huye negándose a la idea de casarse y se esconde en un pequeño refugio que había armado como su lugar íntimo y en donde tenía guardadas sus demás libros. Oculta, sumida en la pena y su propio llanto, Talia se duerme. La despierta el sonido de los cascos de un caballo y unas campanillas; la combinación de ambos solo podía significar una cosa, cerca de su escondite había un Compañero.

"Fue un sentimiento más que palabras; una conmoción y un deleite. Un júbilo entrecortado tan profundo que fue casi doloroso; una unión; una pérdida y un hallazgo; una liberación y una atadura. Vuelo y Libertad. El amor y la aceptación están por encima de cualquier palabra que pueda hablar sobre ellos; y ella respondió a ese amor con toda su alma".

Encontrarse con ese compañero alejó un poco la pena que Talia sentía, no quería volver a su hogar, así que, en vista y considerando que es Compañero estaba intentando darle a entender, decide acompañarlo hasta encontrar al heraldo al que pertenecería; y una vez que eso ocurriera, rogaría por un refugio, un trabajo en el colegium (lugar donde se formaban los heraldos), cualquier cosa que evitara que ella regresara a Sanfeudo. Avanzaron por el largo camino, y la pequeña Talia ya no reconocía las tierras. Se dio cuenta que en realidad, ella no estaba guiando al compañero, más bien era al revés: el compañero sabía muy bien dónde ir. 

Fue así como llegaron a Haven, la capital del reino. Talia fue muy bien recibida, pero nadie le explicaba que ocurría. Todos parecían entender que su desconocimiento sobre lo que pasaba en ese momento se debía a su pueblo de origen. Sin embargo, la pequeña seguía sin comprender. Tras separarse del compañero que llegó hasta ella, cuyo nombre era Rolan, la llevaron a esperar a una lujosa habitación, pues allí le explicarían todo lo que ocurría. El salón era muy elegante y Talia estaba tan sucia que se sentía sumamente cohibida. Para su sorpresa entró correteando una niña pequeña muy mal criada, a quien Talia pudo domar sin mayores inconvenientes, pues en la casa paterna en más de una ocasión tuvo que hacerse cargo de los niños más pequeños. Cuando la pequeña fierecilla se hubo marchado hizo su aparición una mujer esbelta, quien la felicita por la actitud que tuvo hacia la niña y al fin libera de todas las dudas a la joven: Talia había sido escogida por Rolan, como una nueva mujer heraldo y, específicamente la Heraldo de la Reina. Aquella posición era una de las más importantes del reino y requería mucho trabajo y esfuerzo: debería aconsejar a la reina y preocuparse además de que la heredera al trono, es decir, la pequeña niña malcriada, fuera una mujer digna del trono.

Nadie sabía muy bien la forma o los criterios que tenían los compañeros para elegir a sus heraldos, pero se sabía que eran humanos de buenas intenciones, con un alto sentido del deber, por lo que tanto la reina como sus herederos, debían ser elegidos por un compañero, para que el reino siempre estuviera bien gobernado. Rolan era el compañero del antiguo Heraldo de la Reina que había sido asesinado recientemente y la pequeña Talía, con su desconocimiento del mundo y de la vida real de los heraldos, tendrá que asumir el rol que le corresponde.

Talía tendrá que hacerle frente a su miedo a los hombres, conocer a otros heraldos, asistir a clases en el colegium y aprender todo lo que significa ser un heraldo antes de asumir como Heraldo de la Reina. Sin embargo, aunque sus experiencias allí son enriquecedoras y vive en un estado de alegría constante, comienzan a ocurrir ciertas cosas que la ponen en alerta sobre la seguridad de la heredera, del reino y de ella misma. 

Opinión

Las flechas de la Reina, como les había mencionado anteriormente, fue publicada en 1987, el mismo año en que yo nací. Se trata de la historia introductoria al mundo de Los Heraldos y de las tierras de Valdemar. El relato me gustó por varios motivos y creo que, en esta ocasión, enumeraré las razones:

1. La evolución de la protagonista. Talia crece y cambia, no solo en tamaño y aspecto, sino que internamente. El personaje va evolucionando al desarrollarse en un entorno que la estima. En Sanfeudo siempre terminaba siendo maltratada, golpeada o castigada, mientras que en el collegium, con su timidez y su forma de ser, comienza a ganarse lentamente el corazón tanto de los estudiantes como de los mismos heraldos que irá conociendo. Poco a poco, Talía deja de temerle a los hombres, va adquiriendo confianza en ella misma y eso le va abriendo puertas para desarrollarse como Heraldo de la Reina. Tiene que hacerle frente a un montón de situaciones que ponen a prueba su voluntad y su carácter, descubrir intrigas en la corte que ponen en peligro tanto su propia vida, como la continuidad y estabilidad del reino. Y aunque parece mucho para una niña de 12 años, queda claro que la dureza de su crianza le da una fortaleza y resiliencia única.

2. Los personajes secundarios. Hay una gama de personajes que acompañan a Talia durante la historia que son verdaderamente entrañables. Desde el exladrón Skif, hasta los mellizos Teren y Keren, pasando por Sherrill y el incomparable Jadus, quien se vuelve en un pilar fundamental para la fortaleza de la pequeña Talia. Todos aportan su granito de arena para que Talia vaya desarrollándose plenamente, siendo una red de apoyo que Talia no verá hasta que se encuentre en grave peligro. En ese momento, será plenamente consiente de los amigos y compañeros que se ha ganado, comprendiendo el verdadero significado de ser Heraldo y el poderoso vínculo de amistad que los une a todos. De los personajes secundarios, mi favorito es Skif, muy audaz y bromista, de manos rápidas, pero de gran corazón.

3. La magia. En estas tierras la magia está casi desaparecida. Solo quedan pequeños vestigios, como algunos materiales de los que están hechos los caminos más antiguos del reino y algunas habilidades propias de los Heraldos. Por ejemplo, Heraldos y compañeros tienen un vínculo único, que les permite comunicarse mentalmente, ya sea conversando o bien, a través del envío de imágenes y sentimientos. Talia y Rolan poseen este último vínculo. Sin embargo, también los heraldos poseen ciertos talentos: algunos pueden teletransportar cosas, otros pueden visualizarlas sin importar la distancia, otros pueden hacer fuego y otros, como Talia, pueden detectar las emociones y controlarlas. Talia posee el talento de la empatía, por lo que es capaz de decir las cosas precisas en el momento justo, entregar consuelo o consejos cuando se requiere, con una delicadeza y madurez increíble para alguien de su edad. Es capaz de calmar el dolor, la culpa, la ansiedad que pueden sentir los heraldos y personas que lo requieran. Además, los heraldos también poseen un "hechizo" que les permite detectar cuando alguien miente. Pero mas allá de eso y la existencia de los compañeros, la magia podría darse casi por extinta.

Algo que me gustó mucho de las habilidades de los heraldos fue el vínculo que se genera entre ellos. Cuando un heraldo muere, todo el círculo lo sabe y todos sienten el dolor de los otros, por lo que la unidad entre ellos es profunda y recuerda un poco a los mejores amigos que una pueda tener, aquellos que comprenden tu dolor sin hacer más preguntas, que pueden consolarte cuando lo necesitas, sin hacer preguntas impertinentes, en fin, el partner ideal.

4. La historia. Las flechas de la reina es la primera parte de la trilogía Los Heraldos de la Reina, por lo que se centra más en el desarrollo de la protagonista y en su propio descubrimiento del mundo, y cómo se va adaptando a este. Por ende, seremos parte de su formación en la escuela de los Heraldos, en su incursión por la corte y sus intentos por acercarse y hacer más tratable a la heredera del reino, mientras la joven Talia comienza a entender su propio rol. Poco a poco la historia se va llenando de intrigas y preguntas que se irán respondiendo una a una en las siguientes partes de la trilogía.

5. Ideas feministas. En el relato se critica mucho la actitud del pueblo originario de Talia. Son el único lugar en el que las mujeres están en una condición de inferioridad y donde son abusadas en todos los sentidos. La crítica a la violencia sexual, a los matrimonios forzados, a la negación de los derechos más básicos de los seres humanos a las mujeres está presente a lo largo de toda la obra. Las costumbres de Sanfeudo son ampliamente rechazadas por el resto de los personajes que van a apareciendo en la novela y que se van relacionando con Talia. En el resto del reino, hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades, de hecho, el reino mismo es liderado y gobernado por una mujer. Poseen libertad sexual y de acción y nadie cuestiona sus decisiones ni sus acciones por el hecho de ser mujeres. Son igual de respetadas y Talia se siente sorprendida y agradecida que aquello sea así. Es en parte lo que permite que Talia se desarrolle y supere sus diferentes traumas.



Ficha Técnica
TítuloLas Flechas de la Reina
Título OriginalArrows of the Queen
AutorMercedes Lackey
EditorialLa factoría de Ideas
Número de páginas351 páginas
Primera Edición1987
ISBN978-84-9800-309-3
Precio aproximadoNo encontré precios de referencia válidos.
Puntuación🌟🌟🌟🌟🌟

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